La actividad minera en Perú, el país con las segundas reservas de plata del mundo, la tercera de cobre y la octava de oro, ha cerrado 2022 con magros resultados en medio de un conflicto social no resuelto y un panorama desafiante a corto y mediano plazo. obvio.
Estos números describen la escena. De enero a diciembre del año pasado, el producto interno bruto (PIB) de la industria cayó 0,3% con respecto a 2021 y 5% menos que en 2019 (antes de que comenzara la pandemia de COVID-19), según la Asociación Nacional de Minería, Petróleo y Energía. (SNMPE) en su último boletín estadístico mensual.
Además, según el mismo informe, las exportaciones mineras (60% del valor de las exportaciones del Perú al mundo) cayeron 5% con respecto a 2021 (a $37.711 millones). Estos envíos aumentaron un 33 % en comparación con 2019, impulsados por un nuevo ciclo alcista en los precios de los metales.
En tanto, la inversión en la actividad fue 2% mayor que en 2021, hasta los US$ 5.364 millones, pero se contrajo 9% respecto al 2019, de acuerdo al boletín del gremio. En efecto, según el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), la evolución de este indicador dista de años anteriores, cuando la inversión minera privada crecía a doble dígito: 23,1% en 2018, 18,3% en 2019 y 23,1% en 2021. En 2020, cayó 25,3%, según la entidad. Para 2023, la proyección del BCRP es que la inversión privada minera decrezca hasta 16,6% y en 2024, hasta 9,2%, en medio de niveles mínimos de inversión privada.
Dichos pronósticos contrastan con el valor de la cartera de proyectos mineros factibles, que alcanza los US$ 8.000 para el periodo 2023-2024, según informó recientemente el ministro de Economía y Finanzas, Álex Contreras.
Fuente: Chile Forbes